A.)
Consideramos que durante la primera mitad del siglo XX en México, la fotografía posee una función familiar, que consiste en solemnizar y eternizar los
grandes momentos de la vida en familia, al tiempo que refuerza y reafirma la
unidad del grupo familiar.[1]
De igual forma, la fotografía de familia tendrá una gran aceptación e
importancia en el ámbito doméstico debido a que es un objeto que posee una
relación física con el referente[2],
convirtiéndose muchas veces en un recuerdo-material (una especie de fetiche), que supone una carga afectiva
para el espectador-lector de la imagen.
B.)
Aunque la fotografía domestica no documenta la vida familiar en sentido estricto,
ya que posee una naturaleza íntima que procura mostrar sólo ciertos aspectos de
la familia, donde los fotografiados
representan un rol social bien definido dentro de la dinámica del grupo. Si consideramos que la fotografía doméstica nos revela
una “mirada de lo familiar”, entendida como una “estructura visual que sitúa a
los sujetos en la ideología, la mitología, de la familia como institución y
proyecta una pantalla de mitos familiares entre la cámara y el sujeto.”[3]
En ese sentido la “mirada de lo familiar” que encontramos en la fotografía nos
permitirá responder algunas cuestiones tales como ¿qué fotografían las familias
en México? (ya que no todo es “fotografiable” sino que existe un criterio de
selección, habría que preguntarnos cuál es ese criterio), ¿qué diferencias
existen entre fotos hechas por familias de distintas clases sociales?, ¿cuáles
son los roles sociales presentes en la fotografía familiar? Y en general:
“¿Cuáles son las “miradas de lo familiar” en México, y qué diferencias hay de
acuerdo a las regiones, las clases, las etnias, los géneros y los contextos
históricos?”[4]
C.)
La fotografía doméstica está vinculada a la generación de memoria histórica del
grupo familiar, debido a que las imágenes del pasado, seleccionadas y guardadas
en el álbum familiar, retienen y transmiten los recuerdos de sucesos que
merecen ser salvados del olvido, de tal suerte que la familia ve un en su álbum
un elemento de unificación e identidad, en palabras de Bourdieu: porque el
grupo familiar “toma de su pasado la confirmación de su presente.”[5]
La memoria que se genera a partir de los
álbumes familiares, tomará forma de narrativa visual que adquiere sentido al
momento de articularse con el discurso oral de los miembros pertenecientes a la
familia en torno a las fotografías.
[1] Boerdam & OOsterbaan plantean que
con el paso del tiempo existe una especie de “desritualización” en las
relaciones familiares al volverse más igualitarias, con lo cual desaparecen los
momentos ceremoniales y solemnes de la familia, lo cual implicaría que habría
menos fotos de familia, pero sucede lo contrario, habría que debatir este
punto.
[2] Dubois, Philippe, El acto fotográfico: de la representación a
la recepción, España, Paidós, 2002.
[3]
Hirsch, Marianne, Family frames:
Photography, narrative and postmemory, Cambridge, Harvard University Press,
1997, p.11.
[4] Mraz, John, “Fotografía y Familia”, Destacados,
no. 2, 1999, consultado en: http://www.ciesas.edu.mx/desacatos/02%20Indexado/Testimonio_1.pdf
[5] Bourdieu, Pierre, Un arte medio. Sobre los usos sociales de la fotografía, España, Editorial Gustavo Gili, 2003, p. 69.
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